"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


domingo, 12 de junio de 2016

LOS IMPRESCINDIBLES



Campaña electoral. Se abre la veda para las propuestas, las promesas, los debates, los "y tú más", y hasta para los spots con gatitos.

Yo no vengo a hablaros de gatitos (que me encantan, a pesar de que soy alérgico), sino de personas.

Personas que llevan años sin encontrar un empleo, aún cuando incansables no dejan de buscarlo.

Personas haciendo colas en bancos de alimentos.

Personas sin casa o sufriendo cada día la agónica espera de que le echen a la calle.

Personas que se van a otro país, lejos de familia y amigos, para buscar un futuro que aquí no encuentran.

Personas que pasan frío en invierno, que no llegan a mitad de mes, que trabajan por horas, o con jornadas de 10-12 horas al día por un sueldo de miseria, personas dependientes que no reciben ningún tipo de ayuda, personas que se saltan una comida para que sus hijos puedan comer...

Si juntáramos a todas esas personas en una plaza (ya tendría que ser grande la plaza) y las invitáramos a expresarse, es muy probable que todas al unísono, lanzaran un grito de rabia, y que ese grito dijera: ¡¡¡CAMBIO!!!

Ése grito de rabia reclamando un cambio, sería fuerte, sería impactante, sería rotundo... Pero no nos engañemos, no sería más fuerte, impactante y rotundo que el silencio posterior.

Os voy a hablar de otro tipo de personas que, afortunadamente, también existen.

Son personas que tienen un trabajo estable y un sueldo con el que llegan holgadamente a final de mes, e incluso pueden permitirse algún pequeño lujo de vez en cuando: unas vacaciones a un país exótico, alquilar un chalet a pie de playa, ir a ver El Rey León a Madrid... Hasta pueden ahorrar para invertir en un plan de pensiones con el que asegurarse una cómoda jubilación. Y todavía les quedaría para ayudar a los hijos a pagar sus estudios.

Insisto: no hay nada malo en que existan estas personas. Al revés, es bueno. Todo lo que tienen lo han ganado con el sudor de su esfuerzo, y por otra parte, contribuyen al crecimiento y estabilidad de un país gracias a su potencial de consumo y de aportación fiscal. ¡Qué narices, ojalá todos fuéramos como esas personas!

El problema (porque para mí es un problema), es que a muchas personas de este segundo grupo de personas, no les importa las personas del primero. No es que sean insensibles a los padeceres de aquéllos: se emocionan cuando echan de su casa a una familia con hijos pequeños y se indignan cuando trabajadores tienen que luchar por que no les despidan de empresas con alto porcentaje de beneficios. Pero la verdad es que no moverían un dedo por ellos. Y no les juzgo, no les crítico, simplemente digo que es así.

A muchas de las personas que forman parte de este 2º grupo de personas, la palabra CAMBIO, no les dice nada. ¿Cambio pa qué? Ellos están bien, tienen problemas como todo el mundo, y no siempre les salen las cuentas, pero en general, en el terreno laboral y económico, están bien. ¿Así que cambio pa qué?

Mucho menos cuando les dicen que por culpa del CAMBIO pueden perder todo lo que han logrado con tanto esfuerzo. "Mirad si no lo que pasa en Venezuela, o lo que está pasando en Grecia..." Aparece entonces una fuerza mucho más influyente que la indiferencia, y que es el MIEDO.

"¿Cambio? ¿Para perder mi posibilidad de irme de vacaciones cuando me apetezca porque me bajen el sueldo, o para que me acaben quitando las pensiones?"

Lo entiendo. Yo también tendría miedo. No juzgo a nadie. Lo que pasa es que quiero creer que, dentro de ese 2º grupo de personas, también hay muchas personas cuya EMPATÍA es mucho más fuerte que su indiferencia, y cuya ILUSIÓN mucha más poderosa que su miedo.

Personas que creen que un mundo más justo e igualitario 
es posible, para todos,
y sin grandes sacrificios.

Y hoy, aquí, quiero celebrar, que existen esas personas. Nadie sobra, pero vosotros... Vosotros sois Los Imprescindibles. 


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