"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


domingo, 26 de junio de 2016

EL JUEGO



Para los de la abstención...

Jose María O´Kean, economista, ayer en una entrevista para La Sexta Noche, decía esto sobre el Brexit: lo que ha pasado en Reino Unido nos sirve para ver que los movimientos nacionalistas, por un lado, y los antisistema, por otro, no son una moda efímera, sino una respuesta ante el nivel de competitividad que exige el Sistema Globalizado.

Para que lo entendamos, O´Kean usaba la metáfora del juego. El Sistema obliga a los Estados a jugar, siguiendo unas determinadas reglas: hay que competir. En esa competición, países emergentes como China o La India han ocupado el hueco dejado por otros países, como por ejemplo España. Si queremos volver a recuperar nuestro espacio en este sistema globalizado, tenemos que competir tan fuerte como ellos y, como proponen los partidos tradicionales, siguiendo la misma estrategia: convertirse en un país más productivo. Más productivo a costa de abaratar costes. Abaratar costes a costa de bajar sueldos, reducir jornadas laborales o hacer despidos.

Frente a esto, hay movimientos sociales y políticos que están diciendo: "No jugamos". El Sistema es demasiado competitivo para nosotros, y no queremos jugar. Ya nos inventaremos nuestro propio juego, con nuestras propias reglas, e invitaremos a jugar a quienes nosotros queramos que jueguen, pero... No queremos jugar a este juego. Una postura que genera una gran incertidumbre, porque... Es que éste es el juego que hay. La partida está en marcha, y si ahora vienes tú a decir que te sales del tablero y que juegas por tu cuenta... No es malo. Ni bueno. Sencillamente, no tenemos ni idea de qué puede pasar.

Así que en principio, tan legítima y razonable es la postura que defiende que lo que hay que hacer es jugar más fuerte para ganar (partidos tradicionales), como la que postula lo contrario: vamos a jugar a otra cosa, y a ver qué pasa.

Sólo que...

Sólo que esto no se trata únicamente de una cuestión de Estados. No son los Estados los que compiten. Somos las personas. Este juego nos está afectando, a nosotros, a todos, y mucho. Nos hemos vuelto hipercompetitivos, vivimos en una vorágine de celeridad, produciendo como locos de lunes a viernes, y luego llega el fin de semana y nos metemos en un bar para beber para olvidar y a eso lo llamamos felicidad. Pero no lo es, es sólo una válvula de escape. Escapamos del estrés, de la depresión, de la ansiedad... De la locura de un sistema que nos maneja como figuras de un juego de rol que, con el transcurso de la partida, tienen que volverse cada vez más listos, eficicentes y eficaces, cada vez más currículum y más títulos, para conseguir ser las piezas del juego más valiosas, pero no lo somos, ¡no lo somos!, no somos piezas, no somos máquinas, no hemos venido a este mundo para producir-consumir, producir-consumir, producir-consumir... ¡Somos personas que sólo vamos a vivir una vez en la vida y queremos ser felices, no queremos ganar ningún juego, basta!

... Y luego están los días como hoy.

Porque días como hoy, que suceden muy pocas veces en la vida, no se te está preguntando solamente si quieres que manden los morados, los azules, o los rojos... La pregunta que se te hace un día como hoy es: ¿quieres jugar a esto... o quieres cambiar las reglas del juego?

Por eso días como hoy, no vale girar la cabeza y mirar para otro lado, no... O dices que juegas, o dices que no juegas y que quieres jugar a otra cosa.

Si te abstienes, les estás dando permiso para que sigan jugando por ti. Sólo que en este juego no juegan sólo ellos. Juegan contigo. Tú eres su pieza, figura.

Así que decide. ¿Juegas o no juegas? Hazlo, no mires para otro lado. Está en juego algo demasiado importante.

Tu vida. Tu felicidad. Y la de los que te seguirán a ti. Así que juega, ¡juega hoy, maldita sea!, aunque sólo sea para decir: "Ya no juego más".

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