"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Parecíamos dormidos

O eso pensaban algunos.

"Ya no se os escucha tanto, ya no hacéis tanto ruido, ¿no?, ¿Esos? Si ya no salen ni por la tele, ah, ¿pero el 15-M no se había acabado ya?..."

Los que piensan así, los que dudan, los que siguen fiándose de los medios de manipulación masiva, los que nos daban por muertos... Ni se imaginan la cuerda que nos queda:

- La ILP andaluza ha sido admitida a trámite por el parlamento. Recordemos, es una ILP para bajar el número de firmas necesarias para presentar ILPs en Andalucía (para los de la LOGSE: ILP=Iniciativa Legislativa Popular) y aumentar el número de materias sobre las que se pueden presentar ILPs (entre ellas, las económicas). Ya se pueden recoger firmas pues, y en el siguiente enlace de Facebook podéis apuntaros como fedatarios de esta iniciativa (para los de la LOGSE de nuevo: fedatarios=los que recogen las firmas) y además os informan de cuáles son los requisitos para ello: https://www.facebook.com/#!/event.php?eid=154891674600503&notif_t=event_invite

- Este domingo tuvo lugar una nueva manifestación a nivel estatal (algunos tenían ya el "mono-mani", que lo llaman) en la que indignados de toda España salimos a la calle en defensa de los servicios públicos y para protestar por los recortes en sanidad y educación, para gritar bien alto que hay cosas que no se tocan, como la salud y el futuro de nuestros hijos, para decirles que si quieren hacer recortes que lo hagan ello en coches oficiales, en móviles, en trajes, en escaños, en diputados y senadores, y en sueldos. En definitiva, si quieren recortar, que recorten en políticos, y no en médicos y profesores, que son mucho más importantes estos últimos que los otros.

- También este fin de semana se realizó una importante acción llamada "Toma la bolsa", consistente en concentrarse frente a los centros de poder financiero de Madrid, Valencia, y atención, porque también se ha hecho en, ¡Wall Street! (el puto eje del mal) Así, hemos podido ver a indignados neoyorquinos celebrando asambleas, cogiéndo megáfonos y protestando al estilo "made in Spain". No sólo no estabamos dormidos, si no que los gritos de rabia del 15-M han conseguido despertar incluso al gigante americano, como podemos ver aquí: http://www.20minutos.tv/video/egrFGLS0-protestas-ante-wall-street, aunque algunos traten de que no se levante, como podemos ver acá: http://www.20minutos.es/noticia/1164316/0/wall-street/protesta/desalojo/

Sin embargo, como aparece en la noticia, son muchos los que pretenden volver a Wall Streer y permanecer allí el tiempo que haga falta hasta conseguir cambios. Y es que nos podrán echar, nos podrán pegar, no seguirán ignorando o difamando contra nosotros, podrán decir que nos hemos ido o que estamos dormidos, y mientras lo hacen, nuevos indignados despiertan en Israel, en Chile, en New York... No nos hemos dormido, estamos creciendo. ¡Hemos despertado! Ahora sólo falta que también lo hagas tú. 



viernes, 9 de septiembre de 2011

El pueblo

Era ésta la historia de un pequeño pueblo enclavado en medio de grandes montañas y verdes pastos, junto a un río de agua clara y donde el aire se respira limpio y fresco.

Los habitantes de este pueblo vivían bajo el mandato de un gobernador que dirigía la política del lugar con mano firme. Era un hombre que trataba de ser justo, pero que traicionaba ese valor atesorando con recelo todo el poder para él mismo. Nadie se atrevía a contradecirle y mucho menos a levantarle la voz, pues tenía a la guardia de su lado para garantizar el cumplimiento de sus leyes. Y aunque los niños jugasen a la pelota en la plaza mayor del pueblo, ignorantes de las desdichas de la comunidad, eran los únicos en aquel sitio, que por su temprana edad e inocencia, podían sentirse libres.

Sin embargo, con el tiempo, el gobernador fue haciéndose un hombre viejo, y ante su inminente muerte, los hombres más sabios del lugar, aquellos que pertenecían a las familias mejor posicionadas y que habían podido estudiar fuera del pueblo, ilustrando así sus mentes con nuevos aires venidos de otras tierras, fueron en secreto preparando el terreno para que cuando el gobernador exhalara su último suspiro, ellos pudieran instaurar un orden político más progresista y acorde a los modernos tiempos. Y así sucedió, justo después del funeral con honores del gobernador, estos ejemplares ciudadanos unieron sus privilegiadas mentes para entre todos poner los cimientos de una nueva forma de organización, a través de la cual los hombres y mujeres del pueblo pudieran desarrollar una vida más justa, igualitaria y libre.

No sé si les suenan estos principios…

En fin, así vivieron bajo este nuevo sol, a partir de entonces, los ciudadanos de la comunidad. Durante un tiempo. Hasta que un día, llegó al pueblo, un mercader. Era un hombre de edad avanzada, aunque muy sano aún, delgado, de cara aguileña y ojos pequeños pero a los que no se les escapaba nada. Su habilidad en los negocios y su astucia sólo podían compararse con su codicia. Muy pronto, el mercader, se hizo un hueco importante en el pueblo, y progresó con buena fortuna en sus empresas, gracias, en gran parte, a sus acercamientos a los hombres que se encargaban de la organización y administración política del lugar, que, casualmente, no eran otros que aquellas mentes nobles que habían operado la mudanza del dominante gobierno anterior al presente equilibrio que existía ahora.

- Los libros del colegio son viejos y desactualizados -decía el mercader-; yo podría traer libros nuevos y más atractivos, capaces de encender el intelecto más pobre y menos ágil.

- Pero habría que pagarlos y no sé… -le contestaban en un principio.

- Oooh, sólo por un módico precio -respondía él- ¿Y qué significan unas monedas, que apenas ocupan su lugar en el bolsillo de un hombre, comparadas con el futuro de un niño que crecerá como una persona sabia y provechosa para la comunidad?

Sus argumentos eran seductores… Aún más cuando los acompañaba de ciertos favores económicos a aquellos ante los que exponía su oferta.

De este modo, el mercader, casi sin que los habitantes del pueblo se dieran cuenta, se fue apoderando de la escuela, del hospital, de los comercios, de las tierras de cultivo y arado, de los animales… Todo aquel que quisiera educar a sus hijos o curar sus enfermedades, o comer o vestirse, tenía que rendir ahora siempre cuentas antes con el mercader, que además, aprovechándose de su época de bonanza, subía los precios de sus productos o servicios con el afán de aumentar con cada nuevo alba sus ya de por sí abundantes riquezas.

Hasta que un alba, alguien, un ciudadano asentado en la política del lugar, le llamó tímidamente la atención:

- Mercader, los hombres y mujeres del pueblo se están arruinando, no pueden pagar tus servicios, y la ingrata dama pobreza está ya llamando con insistencia a las puertas de muchos hogares. ¿No podrías hacer un esfuerzo, para tus conciudadanos, y bajar los precios?

- Oh, cómo se nota, querido amigo -dijo el mercader-, que la economía no es disciplina que sea tu fuerte, ni mucho menos. Si bajo los precios, con lo que me cuesta a mí proporcionaros los productos de los que podéis disfrutar gracias a mi sacrificado esfuerzo, sería yo el que finalmente acabaría convirtiéndome en anfitrión de esa dama de la que has hablado. No obstante, creo haber hallado una solución para vuestros problemas y que a la postre será mucho más satisfactoria para todos. Conozco a una persona, es un buen amigo de toda la vida, y aunque no es de sangre, lo estimo como a un primo. Él se dedica, casi desinteresadamente, así de grande es su corazón, a sacar del apuro a sus semejantes en horas más bajas.

- ¡Vaya! -dijo impresionado el otro hombre- ¡Sería fabuloso contar en el pueblo con un hombre así! ¿Y a qué se dedica ese gran amigo tuyo, mercader?

- Es un usurero.

- ¿Un usurero? ¿Y puedo preguntarte en qué consiste ese oficio? -preguntó el hombre, que nunca antes había escuchado ese término.

- Oh, simplemente -respondió el mercader-, es un hombre que presta dinero a cambio de que se lo devuelvan en un plazo lógico y añadiendo a ello un interés insignificante, baladí.

Pronto, el usurero se asentaría en la comunidad, gracias a los comentarios de patrocinio de su amigo el mercader. Y con él llegaría acompañándole la desgracia. No pasó demasiado tiempo para que la gran mayoría de los habitantes del pueblo se vieran endeudados por los préstamos del usurero, cuando no arruinados, y muchos de ellos perdieron sus casas, todas sus pertenencia, e incluso se vieron obligados a partir a otros lares, dejando a familia y amigos atrás. Los que quedaron, nunca se habían visto en una situación tan pésima, y si antes no podían alzar la voz durante el mandato del gobernador, ahora, asfixiados por las deudas,  ni siquiera podían respirar.

Un día, aquellos mismos que de niños jugaban en las calles, volvieron a ocupar la plaza del pueblo, pero esta vez, para hablar.

- ¡No podemos seguir así, esto no es vida!

- ¡El mercader, el usurero, e incluso los hombres de la política, se enriquecen mientras en mi casa mis hijos pasan hambre!

- ¡Es verdad, estábamos mejor con el gobernador!

- ¡No diga usted eso, oiga, con aquel miserable no podía andar uno ni tranquilo por las calles por miedo a que lo apresara la guardia!

- ¡No discutan ustedes, hagan el favor! No es cuestión de si antes estábamos mejor o ahora peor o viceversa… Nuestros problemas son actuales y son muy graves, ¡y tenemos que hacer algo para solucionarlos!

- ¡Vamos hombre! ¿Y el qué, qué vamos a hacer nosotros, qué podemos hacer unos ciudadanos comunes como nosotros?

- Pues no lo sé… Pero algo habrá que hacer, algo habrá que hacer.

Y siguieron hablando. Y hablaron tanto que hasta se les hizo de noche. Y al día siguiente volvieron a reunirse, y al otro, y al otro… Y  pasarían muchos más días, muchísimos más, hasta que pudieran solucionar sus males y cambiar las cosas. Pero ese mismo día en el que volvieron a la plaza, ese día, aunque ellos todavía no se habían dado cuenta de ello, el cambio más grande de todos, ya se había producido.

CONTINUARÁ…

El 15 de Mayo de 2011 millares de personas salimos a la calle en España para mostrar nuestra indignación. Indignación por que las crisis la paguen siempre los de siempre, indignación por que se nos trate como a mercancía barata, indignación por que se nos siga atacando, humillando, ignorando, aterrorizando…

Ocupamos plazas, empezamos a debatir, a pensar, a unirnos para ver cómo podíamos mejorar las cosas. Mucha gente abrió los ojos, encendió la mente y apagó el televisor. Empezamos a ser conscientes, y esto es lo más importante, de que nadie va a cambiar el mundo, si no somos nosotros.

Ese mensaje se extendió de cada ciudad a cada pueblo, cada barrio, cada hogar. Mucho hicieron oídos sordos, pues se dejaban seducir cómodamente por los brazos de Morfeo, pero otros despertaron, ¡por fin!, y dejaron de soñar en un mundo más justo, igualitario y libre, para empezar a luchar por él.

Hoy esa lucha continúa. Y cada vez somos más. Nuestros enemigos son poderosos, y no creen en nuestra victoria, pero no nos rendimos porque: “Que sea difícil no implica que sea imposible, que sea imposible no implica que vaya a rendirme, están ante la mosca que rompió el cristal a cabezazos, eh, tú, sí vamos, tú…” (El Chojin, 2011).

¡Únete a mi bando!

15-Octubre de 2011: Manifestación Mundial: Juntos por un cambio global.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Miedo

En los últimos días hemos sido testigos de cómo los cimientos de la banca y el poder financiero temblaban ante el posible surgimiento de una nueva recesión global, y cómo intentaban a traves de los medios de comunicación trasladar ese miedo a los estados y los ciudadados de a pie que los conforman.

Muchos, seguramente muchos de vosotros también, se estarán preguntando otra vez, qué más tiene que pasar para que se den (nos demos) cuenta de que este sistema no funciona, que no vamos a ningún sitio con él, que es una estafa.

Pero... ¿qué más tiene que pasar? Seguro que nos hacemos esa pregunta volviendo la vista atrás hasta el inicio de la crisis de 2008, pero... ¿Cuánto tiempo lleva sucediendo esto?




¿No debemos sentir miedo ante estas imágenes, ante esta injusticia, ante tanta vergüenza? No, debemos sentir pánico, horror, consternación, sólo si se caen las bolsas. ¡Esa es la noticia de cabecera! Lo otro, no interesa.

Algunos estamos aparcando el miedo ya. No tenemos miedo al cambio. Y éste, con recesión o sin ella, ya se está produciendo: un amigo mío tiene un móvil muy viejo y estaba ahorrando para comprarse uno nuevo este mes; hace unos días vio una noticia que decía que se espera que en Somalia 750.000 personas mueran de aquí a finales de año por la hambruna. Tiró el móvil contra la pared (lo destrozó) y cogió el dinero ahorrado e hizo una donación.

El poco dinero que podamos aportar a este problema, es una ayuda necesaria, y sabemos que no es la solución, pero valgan acciones como la de mi amigo como principio de cambio. No queremos cambiar sólo la actual situación de crisis, la política, el sistema... Los 15-M, Democracia Real Ya, Indignados, ¡lo queremos todo! Queremos cambiar el mundo. Y sabemos que ese cambio sólo se opera si primero cambiamos nosotros mismos. Uno a uno, todos juntos, ya sí, sin miedo.