"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


jueves, 6 de enero de 2022

SOY ANTICAPITALISTA Y NO TENGO LA RAZÓN



Nuestra especie siempre ha estado enfrentada. Nuestros antepasado sapiens contra los neandertales (ganamos... y los extinguimos). Los cristianos contra los musulmanes. Los católicos contra los protestantes. Los comunistas contra los capitalistas. Los capitalistas de izquierda contra los capitalistas de derecha. Los del Barça contra los del Madrid y los del Betis contra los del Sevilla.


Sin embargo, ahora, en este momento de la vida, me doy cuenta, o me voy dando cuenta, de que no se trata de imponerse, no ya a través de la violencia, sino tampoco por medio de la razón. ¿Por qué he de vencerte yo con mis razones si, seguramente, tus razones son tan razonables como las mías?


Yo soy anticapitalista. Eso quiere decir que no quiero vivir en el modelo social, económico y político en el que vivimos. Quiero un modelo distinto. Pero mi modelo será malo y el tuyo será bueno, o al revés, en función de las preferencias de cada uno. Nos esforzamos, continuamente, e inútilmente, en decirles a los demás "Tú estás equivocado y yo tengo la razón, lo que yo pienso es lo mejor, y por tanto es lo único válido". Y los demás perciben e interpretan, acertadamente, que aquello que estás defendiendo no es La razón, sino Tu verdad, que es la mejor y más válida para ti pero no tiene porque serla para ellos. Y así es.


Quizá, la clave resida en dejar de decir "El mundo debe ser así porque yo tengo La razón" y empezar a decir "Yo quiero que el mundo sea así porque tengo estas prioridades".


Las personas que quieren un sistema capitalista y, más allá, una economía neoliberal, tienen sus propias prioridades: la libertad individual es la prioridad máxima. Las personas que, como yo, preferimos otro modelo, lo hacemos porque muy por encima de la libertad individual priorizamos la igualdad.


¿Y por qué habrían de existir personas, individuos, que priorizan la igualdad (un concepto que atañe al colectivo) frente a la libertad individual? "¡Nada hay más importante que la libertad individual!", pensarán los capitalistas. Piensan así no porque tengan razón o dejen de tenerla, sino por su interés. Su interés reside en que la libertad individual sea lo más sagrado porque si se protege ese interés obtienen otros intereses. Del mismo modo, yo, y como yo, pienso que muchos de los que queremos un modelo no capitalista, tenemos nuestros propios intereses, que resumo en dos:


1. Un interés altruista: priorizamos el bienestar de todos los humanos frente a nuestros propios intereses individuales. Es decir, nuestra prioridad no son los intereses egocéntricos (los que solo me interesan a mí) sino los que repercuten en toda la comunidad, como que se acaben el hambre y la pobreza de todos los seres humanos y el sufrimiento del resto de animales torturados. Y esto solo es posible conseguirlo priorizando la igualdad frente a la libertad individual.


2. Un interés personal: pensamos que en un modelo no capitalista cada uno de nosotros sería más feliz. Porque en un modelo no capitalista se priorizaría la colaboración frente a la competitividad (resultado: menos estrés), y la espiritualidad frente al materialismo, o el ser frente al tener (resultado: mayor fortaleza mental y emocional).


Antes os he dicho que soy anticapitalista. Ahora os digo que también soy psicólogo. Llevo más de veinte años estudiando la felicidad (y la infelicidad). Y estoy observando, junto a otros compañeros científicos como yo (no olvidemos que la psicología es una ciencia que estudia los procesos mentales implicados en la conducta del ser humano), que la venta de psicofármacos crece sin parar, que la demanda de atención psicológica se ha disparado, que los suicidios están aumentando cada día. Es decir, el sufrimiento (y la intolerancia al sufrimiento) se están cotizando cada vez más al alza. Y es probable que el modelo en el que vivimos tenga algo (o bastante) que ver.


Pero... puede que no. Puede que me equivoque. Y ahí reside, posiblemente, el quid de la cuestión: no se trata de vencerte con mis argumentos, sino de convencerte con mis preferencias. ¿Qué prefieres: competitividad o colaboración, materialismo o espiritualidad, libertad individual total o igualdad relativa global aunque esta implique algunas pérdidas de libertades individuales (que ya existen también, por cierto, en el modelo capitalista)?


Yo tengo muy claro cuáles son mis prioridades y preferencias. Y si consigo seducirte con ellas, genial. Y si no, pues mala suerte.


Pero... si un día, si un maldito día, son muchos más, muchos muchos más, los que coinciden con mi modelo que los que compartan el tuyo, entonces, la mala suerte para ti.