"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


domingo, 9 de febrero de 2014

SI YO GOBERNARA

Si yo gobernara sería peor que Hitler porque enseguida ordenaría invadir los paraísos fiscales. La comunidad internacional ofrecería entonces una imagen de mí como un peligroso dictador fascista y se uniría en pos de mi derrocamiento, no para defender la paz mundial ni mucho menos, sino los intereses de los mayores evasores fiscales de sus respectivas naciones. Yo me defendería, claro, con parte del dinero obtenido a través de los fondos de los paraísos fiscales compraría armas, ejercitos, armamento nuclear... Me aliaría. Posiblemente sería el principio de la III Guerra Mundial. Y todo porque un tipo una vez intentó luchar contra la ilegalidad blindada y al servicio de los poderosos, y destruir los templos donde se guardan las recompensas de los usureros clandestinos, pero conocidos.


Si yo gobernara me matarían más rápido de lo que mataron a Kennedy, porque enseguida organizaría y pondría en marcha el plan estratégico para una distribución equitativa del capital, con el fin de erradicar la pobreza. Para ello destruiría la opulencia. Para ello pondría límites a la avaricia humana. Y controlaría el sector privado, rebajaría los sueldos de los directivos, aumentaría los impuestos a los que más tienen, incluso pondría un techo de beneficios y de acumulación de propiedades. Repartiría el dinero, el trabajo y los recursos. El crecimiento económico de la nación iría subordinado a la subsistencia y calidad de vida mínima de las capas más bajas, porque serían éstas, a través del trabajo, las que tirarían de la economía. Por supuesto, esto equivaldría a recuperar los trozos del pastel que una vez se cortó y repartió de forma egoísta, dejando hambriento a muchos. Por supuesto, los poderosos, que son tiburones golosos, no lo permitirían durante mucho tiempo...

Si yo gobernara trataría de tener una vida la mitad de humilde que la que tiene José Mújica, presidente de Uruguay, el "presidente pobre". No ganaría más que los médicos o los maestros. Por supuesto, me encargaría de que los que hacen política conmigo, o en mi contra, tampoco ganaran más que yo. Y pondría todos los medios a mi alcance para frenar y acabar con la corrupción y el farragoso tráfico de influencias. Por supuesto, me quedaría muy solo.


Menos mal que no gobierno ni gobernaré nunca, y no habrá por tanto una nueva guerra mundial ni me matarán ni me quedaré solo. Porque los tipos como yo no alcanzan, salvo contadas ocasiones, el poder. Los tipos como yo vivimos gobernados por monstruos tan faltos de empatía como lo estaba Hitler, los tipos como yo vivimos gobernados por depredadores sedientos de dinero, los tipos como yo vivimos gobernados por gentes que priorizan su carrera política por encima de los derechos, necesidades y sueños de tipos como yo.

Y como tú.

lunes, 3 de febrero de 2014

UNA MANADA DE LOBOS HAMBRIENTOS

The wolf of Wall Street es una gran película de Martin Scorsese. Los amantes del cine la disfrutarán.

Pero también es irritante, MUY IRRITANTE.

Porque durante tres horas ves a un broker ganando más dinero en un día que el que tú ganarás en toda tu vida y gastándoselo en putas, drogas y excentricidades varias.

Por supuesto, Scorsese y Terence Winter, el genial guionista, van mucho más allá, y de una forma sutil e inteligente, ofrecen su visión sobre el asunto.

Por supuesto, hay una feroz crítica sobre el asunto. Pero los creadores del cuento te invitan a reflexionar sobre ella y sacar tus propias conclusiones.

Yo, tras mucho divagar, saqué las mía. Y la comparto contigo, invitándote con ello a que tú te formes tu propia opinión, que puede ser por supuesto, totalmente distinta a la mía. Pero el hecho, es que ésta es la mía:

El mundo sería mejor si tipos como El Lobo no existieran ni hubieran existido nunca.

No se me podrá acusar de no ser conciso. Ni tajante.

Pero, ¿por qué quiero matar al Lobo? El Lobo no es tan mal tipo. El Lobo no es muy diferente a ti y a mí. El Lobo es sólo un tipo que quiere ganar mucho dinero para divertirse un poco y acostarse con mujeres bellas. Vale que este lobo de la película, basada por cierto en un tipo real, lo hace especulando con dinero ajeno. ¡Pero ni siquiera es dinero real! Son acciones, bonos y conceptos que ni tú ni yo entendemos. Y El Lobo coge esos "conceptos", los mueve de un lado a otro y los transforma en dinero real que va directamente a su bolsillo. O más bien, a una cuenta de Suiza.

¡Pero no lo hace con maldad ninguna! El Lobo no quiere joder a la gente, sólo quiere joder con mujeres bellas y pasarlo bien. ¡Lo que queremos todos!

El Lobo eres tú. El Lobo soy yo.

Sí, tú también eres un lobo. Porque tú también quieres ganar mucho dinero, acostarte con mujeres bellas y pasártelo bien. Lo que te distingue de éste Lobo es que tú sabes, y daré por supuesto que lo sabes, que tus actos tienen consecuencias no sólo sobre ti, también sobre los demás.

Y Scorsese y Winter lo dejan caer, sutil e inteligente, durante su historia. Ejemplo: SPOILER (descripción importante de la trama de la película): El Lobo tiene que viajar repentinamente a Suiza para salvar 20 millones guardados en una cuenta bancaria y ordena al capitán de su yate emprender el viaje aun cuando éste le advierte del peligro de una tormenta. El yate finalmente tiene que ser rescatado y un avión de salvamento sufre un accidente y tres personas mueren.

Nuestros actos pueden llegar a tener terribles consecuencias para los demás.

Y resulta sumamente ingenuo creer, en un mundo en el que millones de personas mueren al año por desnutrición cuando existen alimentos y recursos de sobra para abastecer a toda la población mundial, que el hecho de que una manada de lobos hambrientos se enriquezcan nos salga a los demás gratis.

¿Me legitima eso para matar al Lobo? En fin, él no tiene la culpa, déjalo, él sólo hace su trabajo: sale a cazar y encuentra su presa.

Encuentra su presa...

Un viejo cuento cherokee dice que dentro de cada uno hay dos lobos: uno es la avaricia, la envidia, la superioridad, la arrogancia, el ego... y el otro el amor, la esperanza, la empatía, la generosidad, la verdad... El lobo que vence, es aquél al que alimentas.

¿El Mal es El Lobo? ¿O El Mal somos los que lo alimentamos?

Después de todo, El Lobo sólo quiere ganar mucho dinero, follar con mujeres bellas y pasarlo bien. Y después de todo, TÚ, sólo quieres ser como él.