"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


domingo, 2 de noviembre de 2014

POR QUÉ HAY GENTE QUE TODAVÍA TIENE INTENCIÓN DE VOTAR AL PP Y AL PSOE Y LAS CLAVES PARA DISUADIR DE ESA INTENCIÓN

¿Por qué hay gente que todavía tiene intención de votar al PP y al PSOE?

Tras black cards, gestiones nefastas del ébola y operación púnica, la pregunta que se harán muchos es cómo es posible que todavía haya gente con intención de votarlos. Y la respuesta inmediata de no pocas personas puede que sea: porque han perdido totalmente el juicio. Sin embargo éso, además de una falta de respeto, es una respuesta muy simplista, y creo que realidades complejas precisan de análisis más profundos.

El mío parte de una perspectiva psicológica (no en vano soy psicólogo, y aquí tienes otro blog en el que escribo sobre el tema). Después de todo, las personas actuamos mucho, o inactuamos, movidos por las emociones, y la psicología se encarga de ese terreno.

Encuentro que hay tres emociones principales actuando sobre la intención de voto a PP y PSOE:

1. Miedo. Un miedo que fundamentalmente nace de la ignorancia: "¡Yo voto al PP o al PSOE porque si no van a venir los comunistas, me van a quitar la casa y el coche y van a dejar el país en la ruina!".

2. Culpa. Mucha gente proviene de familias que tradicionalmente siempre han votado a PP o a PSOE y cambiar su voto ahora les supondría un sensación de traición hacia sus seres queridos.

3. Deseo. El deseo es la emoción de la alegría cuando nos imaginamos alcanzando el objeto deseado o nos percibimos ejecutando las acciones necesarias para llegar a él. A este respecto, habría que distinguir entre votantes de PP y PSOE que los votan para conseguir un beneficio directo de estos partidos (gente o colectivos cercanos al poder, como organizaciones empresariales y sindicatos). Y luego estarían los que los votan porque piensan que su programa político beneficia más a sus intereses particulares, aunque puedan favorecer menos quizá al interés general.

Desde la psicología sabemos que el miedo y la culpa, aunque emociones humanas y perfectamente aceptables, no son facilitadoras, es decir, no ayudan a generar conductas funcionales, útiles. El deseo sí facilita la acción dirigida a una meta. Pero cuando la meta es favorecerse a uno mismo aunque eso perjudique al resto, claramente identificamos una conducta egoísta que puede no ser adaptativa a la realidad del individuo, que es social.

Miedo, culpa, y entonces egoísmo, son resistencias muy, muy poderosas, y muchas personas necesitan largas e intensas horas de terapia para superarlas. ¿Se pueden vencer desde un atril, un debate televisivo, un programa político o un simple post? Veámoslo en la segunda parte de éste.

 Las claves para vencer la resistencia al cambio.

Lo primero que habrá que aclarar son las razones que tengo para tratar de disuadir a un votante del PP o del PSOE. Pongamos que tú eres uno. ¿Por qué quiero convencerte? ¿Es porque quiero cambiarte o lavarte la cabeza, por un excesivo afán de control sobre los demás, porque así me siento autorrealizado? Nada de eso, simple y llanamente es porque me interesa. Pero no porque vaya a conseguir ningún beneficio directo de partidos que no son PP y PSOE, ya que no estoy afiliado a ninguno y no conozco a ninguna persona importante de aquéllos. Mi interés no proviene del miedo, ni de la culpa, ni de un interés puramente egoísta, proviene de una motivación, un deseo que nace a partir de la detección de una necesidad no particular, sino social: la necesidad de cambio.

Esta necesidad la percibo en mí y en mis iguales a través de mi interpretación de la realidad. Mi interpretación es subjetiva, la realidad, al menos la que explico a continuación, trataré que no lo sea:

1. Interpretación: vivimos en un estado en el que se fomenta, o como poco no se corrige, la desigualdad. Realidad: somos el segundo país con mayor desigualdad de la UE según fuentes oficiales.

2. Interpretación: en España no hay casos de corrupción, en España lo que hay es una forma de hacer política que es corrupta en sí misma. No es que el sistema (la democracia) lo sea, pero sí el método que han escogido para gestionar el sistema democrático (la política que se hace). Realidad: financiación ilegal del PP durante dos décadas, casos de corrupción de los dos partidos por toda la geografía española...

3. Interpretación: la calidad de la democracia española es pésima. Realidad: un partido puede gobernar durante cuatro años a  pesar de no cumplir el programa con el que se presentó en elecciones y por el que fue votado; no hay referéndums; la ley mordaza...

Estos tres factores desencadenantes de la necesidad de cambio (recordemos: desigualdad, corrupción y baja calidad democrática) se relacionan y refuerzan entre sí y sobre todo con el segundo, que funciona como núcleo de los tres: si hay corrupción porque la forma de hacer política es atender a los intereses de particulares para conseguir beneficios personales (que así es como ha funcionado desde la transición), se deja de lado el interés general, lo que fomenta la desigualdad, ya que unos pocos, los que tienen acceso a la política, son favorecidos a cambio de que las necesidades de la mayoría sean olvidadas; si este método en esencia corrupto, se aplica, la calidad del sistema es baja porque el método corrompe el sistema.

Mapa de la corrupción

Imaginemos que estas tres interpretaciones que he hecho de la realidad nacional (que pueden ser discutidas, aunque lo que es obvio es que la corrupción y la desigualdad existen en nuestro país), son aceptadas por un votante del PP o del PSOE. ¿Significa eso que dejará de votar a estos dos partidos? No tiene por qué. Las emociones suelen imponerse a la razón; el miedo, la culpa o el deseo de satisfacer intereses puramente egoístas pueden ser más fuertes que los argumentos esgrimidos. Por eso hay que apelar a las emociones. Emociones como el orgullo, la dignidad, el sentido de justicia... Sentimientos ignorados y vejados aquí, en una forma de hacer política corrupta. Hay que decirles: "Vosotros os merecéis algo mejor". Sacad vuestro orgullo y dignidad, ¡sacadlo de una vez maldita sea!, y ganaos el cambio que necesitamos.

Sin embargo puede ser que tú, votante del PP o del PSOE, aun percibiendo la necesidad de cambio, y asumiendo, como yo lo hago, que satisfacer esa necesidad pasa por cambiar de partidos que nos gobiernan y que han mantenido la forma de hacer política corrupta, pienses que los que vengan quizá no te vayan a quitar la casa o el coche, pero sí que apliquen determinadas políticas que te perjudiquen más de lo que tú estás dispuesto a aceptar a favor del bien social. La verdad es que sólo se me ocurren dos colectivos sociales a los que la corrección de la desigualdad, la eliminación de la corrupción o la mejora de la calidad democrática no puedan favorecer: uno son los ricos (grandes fortunas, banqueros, inversores, grandes empresarios, políticos...), no en vano corregir la desigualdad pasa por acabar con la política corrupta basada en el método de los favores a este colectivo, hacer que los que más tienen más paguen, y combatir el fraude fiscal (tan común en estas élites). El otro colectivo es el de medianos, pequeños empresarios y autónomos.

Ellos precisamente son la llave del cambio. Lo explico en la última parte del post.

La llave del cambio.

Los partidos que defienden, a través de la oposición parlamentaria o de la ideación de un paquete de medidas, una nueva forma de hacer política que no esté corrompida, proponen centrar su trabajo en corregir la desigualdad, combatir la corrupción y mejorar la democracia.

Lo de combatir la corrupción y mejorar la democracia estupendo para autónomo y PYMES, pero la línea estratégica dirigida a corregir la desigualdad puede suponerles una amenaza (una resistencia psicológica), dependiendo de qué estrategias se decidan aplicar.

Tradicionalmente se ha pensado que: gobiernos de izquierda defienden los intereses de los trabajadores; gobiernos de derecha defienden los intereses de los empresarios. Esto es una falacia en cuanto parte de una premisa errónea: suponer que empresarios y trabajadores tienen intereses opuestos. Ambos quieren trabajar y ganar dinero, y ambos quieren que la empresa vaya bien para mantener sus trabajos. El interés de enriquecerse a costa de quien sea o el interés de mejorar las condiciones laborales a costa de lo que sea (incluso a costa de la propia supervivencia de la empresa) no son intereses de empresarios y trabajadores, sino de personas movidas por deseos puramente egoístas.

Al estar latente esta creencia falaz en la sociedad española, es comprensible que autónomos y PYMES piensen que su supervivencia esté en juego si se trata de corregir desigualdades a través de una política demasiado proteccionista de la clase trabajadora (empleados, pero también desempleados),  a través de políticas que precisen de medidas recaudatorias para poder ser aplicadas, como la subida de impuestos.

Sin embargo, cuidado, que se puede ser de izquierda, pero no tonto. Y cuando oigo hablar a Pablo Iglesias, Alberto Grazón, Rosa Díez o Albert Rivera (todos éstos por cierto apuestan por una nueva forma de hacer política que corrija la desigualdad, acabe con la corrupción y establezca cauces más democráticos) a mí tontos no me parecen ni un pelo. Entre quien entre en el Gobierno, no se van a volver locos. Estos líderes políticos y todas las personas que trabajan con ellos (que son muchas, o a ver si nos creemos ahora que Podemos es sólo Pablo Iglesias), saben sobradamente que la mayoría de los empleos que se crean en España provienen de los autónomos y de las PYMES, igual que lo sé yo e igual que lo sabes tú, y si no lo sabes ahí está Google que te lo puede decir.

Ni el constructor amigo del concejal de turno, ni Eurovegas, ni la Merkel van a acabar con el problema del empleo en España. Y corregir la desigualdad pasa antes que nada por crear empleo. Por eso, mientras se corrige esa desigualdad, no se puede proteger a los que viven sumidos en desigualdad estableciendo políticas que atenten contra los autónomos y PYMES, que son los que van a generar ese empleo, ¡sino todo lo contrario, favoreciéndoles!, al tiempo que se protege a los desiguales (desiguales porque no parten de la misma situación que los demás al no tener trabajo o ingresos suficientes) garantizando sus derechos constitucionales y necesidades básicas, a través de recursos que les va a proporcionar el Estado y que se van a poder crear gracias a una mayor obtención de ingresos por gravar más impuestos a los ricos y perseguir con mayor vehemencia el fraude, y gracias a detener el despilfarro público consecuencia de una forma de hacer política corrupta y poco democrática.

Acercaros a los autónomos y PYMES con este mensaje, y los millones de votos serán casi automáticos. Tienen que enterarse que cuando decimos Pueblo, a ellos también los tenemos en cuenta como Pueblo, ¡claro que sí! Y tienen que salir de ese juego de izquierdas y derechas que tan bien viene a los que mantienen una forma de hacer política basada en las corruptelas. Ésto es un juego entre los de arriba contra todos los demás. Y esta vez, vamos a ganar los demás.

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