"Si luchas, puedes perder. Si no luchas, estás perdido".


miércoles, 3 de junio de 2015

YONQUIS DEL DINERO

Antes vestía traje y corbata, dirigía una empresa pública y se llevaba comisiones ilegales.

El otro día apareció ante los medios en la puerta de los juzgados. Llevaba pintas de bucanero, aparentaba formas de hippie budista y dijo que ahora se dedica a su huerto y a la meditación.

Más allá del show mediático y de la autenticidad de sus declaraciones, lo que me llamó la atención de Marcos Benavent, implicado en caso de corrupción en la Comunidad Valenciana y cuyas grabaciones guardan el aviso de destapar una nueva trama de saqueos en el PP, fue esta frase:

"Yo antes era un yonqui del dinero"

Es evidente que en política, y la corrupción así lo atestigua, hay mucho yonqui del dinero, es decir, gente capaz de perder todos los escrúpulos a costa del dinero porque éste, al ser adictos a él, se ha convertido en su prioridad absoluta.

Pero más allá de la evidencia, la frase provocó que me hiciera la siguiente pregunta, que ahora quiero trasladarte a ti:

¿Es verdad que el poder corrompe?

A pesar de las diferencias de opinión, que seguro que las hay, lo cierto es que la idea de que el poder corrompe es una creencia bastante extendida en la sociedad. Sin embargo yo ahora estoy absolutamente en contra de tal aseveración, y te pondré un ejemplo para apoyar mi postura:

¿Nunca te has preguntado por qué suceden tantos casos de pederastia en la Iglesia, o en el ámbito educativo? ¿Casualidad? ¿Acaso es que los niños provocan a los curas o maestros? Afirmar eso sería enfermizo. La verdad es que, y esto lo sé porque me lo enseñaron en la facultad de psicología, los pederastas llegan a estar tan obsesionados por el deseo de tener sexo con niños que, de un modo más consciente o menos consciente, ese deseo llega a dirigir sus vidas, de manera que acaban haciéndose curas o maestros porque saben que en esos entornos van a tener más fácil el acceso a los niños.

Ahora extrapola este ejemplo a la corrupción en política.

Como diría José Mota: ¿te has dado cuenta tú también, eh?

Los políticos corruptos no se corrompen cuando llegan al poder, los políticos corruptos ya vienen corruptos de casa. Y ese acercamiento a las instituciones públicas por parte de personas adictas al dinero se viene dando desde la transición, con la consecuencia ya de sobra conocida:

La usura se ha institucionalizado.

Pero la dinámica ha cambiado en los últimos años, y las nuevas formaciones no responden al viejo patrón. ¿Por qué? Porque formaciones como Podemos y Ciudadanos nacen precisamente como una respuesta a esto. Las personas de estas formaciones son mayoritariamente gente normal, con sus profesiones y oficios respectivos, y que no pensaban dedicarse a la política, pero que se han visto en la obligación moral de hacerlo para evitar de una vez por todas que los asuntos comunes sigan delegándose en tipos y tipas sólo interesados en sus beneficios particulares.

Erradicar esa institucionalización de la usura, prioridad social que por cierto se ha convertido en imprescindible si queremos conservar el estado del bienestar, no corresponde sin embargo sólo a ellos:  es una responsabilidad sobre todo nuestra. Por eso votar a las viejas formaciones del PP y PSOE, que mantienen este paradigma viciado, es mantener un sistema corrupto e inmoral. Es un acto de mal ciudadano.

El buen ciudadano sin embargo se enfrenta a un problema nada despreciable: la fragmentación del cambio. Si queremos hacer realidad el cambio de paradigma, la solución pasa por la unión de fuerzas políticas que aunque con ideas distintas, comparten el objetivo común de erradicar este sistema corrupto. O bien: si ellos no se unen nos tendremos que unir nosotros y dirigir nuestro voto a una de esas fuerzas para que gane las elecciones.

Las encuestas ya hablaron en este sentido y llegaron a dar a Podemos como el primer partido político en intención de voto, algo antes nunca visto. Y no digo que Podemos sean más listos, más guapos y más buenos que Ciudadanos, que a lo mejor sí.

Lo que digo es que la prioridad es el cambio. Mucho más allá de ideas, medidas concretas o de las siglas. Y es una prioridad porque el dinero que es de todos y que se usa para el bien común, no puede seguir estando en manos de yonquis del dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario