En el mundo tenemos un problema.
A ver... no, ya sé. Tenemos más de un problema. Tenemos muchos. Y bastante graves.
Pero, existe un problema principal. O, mejor dicho, un problema por el que no se soluciona el resto de problemas.
Los tipos malos tienen las armas.
Los tipos malos, que además se están poniendo de moda, porque cada vez hay más gente que vota a la mano dura para hacer frente a la "amenaza" de la inmigración o del "otro" (ya sabéis, hablo de Trump, de Netanyahu, de Milei, de Ayuso...), tienen el poder económico, las policías, los ejércitos. Una putada.
Porque, mirad, llevo años implicado en el activismo social, y en los últimos dos-tres años he estado especialmente dedicado al problema de la vivienda en España (se está dando en buena parte del mundo, en realidad), y al genocidio en Palestina (que sigue ejecutándose, tras un "acuerdo de paz" que solo legitima a los genocidas). He estado activo en RRSS, he colaborado en asambleas y acciones, he estado en las calles en decenas de manifestaciones, junto a miles de compañeros y compañeras en España, y muchos de ellos y ellas de manera bastante más activa que yo (esto depende de las circunstancias y de la voluntad de cada uno, claro). He visto como el clamor popular frente a un drama y al otro ha sido masivo, porque he formado parte de él.
Pues, bien, cuando hay tanta gente que no puede acceder a una vivienda, en este país (y en muchos otros), y tanta gente que si tiene vivienda, ya sea en régimen de alquiler y propiedad, es a costa de un empobrecimiento brutal de su vida, porque esa renta de alquiler o esa hipoteca le quita la mayor parte de su sueldo, y nos unimos, nos organizamos y luchamos, y lo que hace el Gobierno, respondiendo a ese drama y a esa lucha, no solo no soluciona el problema, sino que los precios siguen y siguen subiendo, haciendo aún más difícil la accesibilidad a una vivienda o llegar a fin de mes, generándose una fractura social de la hostia, y empobreciéndose a una buena parte de la clase trabajadora, ¿cuál es el problema? El problema es que Pedro Sánchez tiene el control de la policía y del ejército. Porque si no, otro gallo cantaría (uno rojo, pero rojo de verdad, de un rojo que Sánchez no ha conocido ni conocerá).
Cuando llevamos años, no días, no semanas, no meses, ¡años!, manifestándonos en calles, redes y espacios, denunciando que lo de Gaza es un genocidio, que la comunidad internacional debe reaccionar, que el Gobierno de España debe romper relaciones con Israel y promover bloqueos y sanciones, y se ha hecho en todas las ciudades, se ha cortado La Vuelta ciclista a España, se ha convocado hasta una huelga general, con movilizaciones, de nuevo, masivas, y no se ha hecho nada que sirva de algo, ya que el Estado Sionista y Genocida de Israel, un Estado psicópata, ha destruido toda Gaza, ha asesinado a decenas de miles de civiles, gente desalmada, muchos de ellos niños, bebés, y se firma un acuerdo de paz que legitima la ocupación y el genocidio, que da carta blanca a Israel, o a cualquier otro Estado, para volverlo a hacer, ¿cuál es el problema? Que Israel y Estados Unidos tienen dos de los ejércitos más poderosos del mundo, y que la cobarde Europa, con el cobarde Sánchez entre ellos, actúa como el vasallo, regalándoles una impunidad vergonzante.
Esto último, lo de Gaza, lo de los palestinos y palestinas, y sus niños, que también son nuestros niños, es realmente atemorizador. El genocidio en Gaza nos toca a todos. A todos los que tenemos un mínimo de sensibilidad y empatía, que no somos todos, ni mucho menos, y que hemos quedado traumatizados de por vida, pero también a todos los que no empatizan con la masacre vil y cruel de un pueblo, ya que se está imponiendo en el mundo, de una forma totalmente visible, sin ningún tipo de esfuerzo por ocultarlo, la ley del más fuerte. Y si no, fijaos en Venezuela. No me extrañaría, para nada, que Venezuela fuera la próxima Gaza. Y que los Estados Unidos del narcisista patológico de Trump invadieran Venezuela con la excusa de que esta es una dictadura bajo el mando del gobierno ilegítimo de Maduro, tal como han hecho los yanquis en el pasado, muchas veces, siendo Irak el último ejemplo (en este caso, se usó la excusa de las armas de destrucción masiva que nunca existieron), y siempre con motivaciones verdaderamente económicas: el control del petróleo. ¿Se puede ser más hijo de puta?
Pues, bien, el problema es ese, el problema es que los hijos de puta tienen las armas, la policía, los ejércitos, y el suficiente control financiero para seguir manteniendo el mando sobre ellos. Y Europa, que también es hija de puta, elige estar en el lado incorrecto de la historia, por no enfrentarse a ellos, al igual que las insensibles e indecentes élites de los pueblos árabes, siendo estos pueblos siempre doblemente castigados, por Occidente y por sus tiranos soberanos. Putin y Jinping no es que no sean hijos de puta, pero intentan ir a su rollo, y en el caso del ruso, cuando no le han dejado en paz, ha sacado las garras (y al final siempre pagan los mismos, los inocentes, el pueblo ucraniano, en este último caso).
Con este panorama desolador, porque es desesperante y desesperanzador saber que vivimos en un mundo gobernado por monstruos (ojo, también lo son muchos de nuestros vecinos: rentistas abusones, jefes explotadores, fascistas, racistas...), la pregunta es: ¿cómo luchamos? ¿Cómo hacemos resistencia y, sobre todo, cómo conseguimos poner en juego la paz social para lograr avances sociales y obtener verdadera soberanía popular? Porque ¡estos cabrones tienen las armas!
La respuesta puede parecer fácil: ¡hagámonos con las armas nosotros! Pero, del dicho al hecho... ¿Cómo se hace eso? Haciendo lucha de guerrillas*. Pero, claro, ¿y eso cómo se hace? Porque yo no soy guerrillero, ni mucha gente, ni nadie, creo, que yo conozca. Y, aunque supongo que el guerrillero no se nace, sino que se hace, y ningún guerrillero era guerrillero hasta que empezó a serlo, ¿estamos dispuestos a serlo? ¿O solo seremos capaces de serlo cuando no quede más remedio, cuando nos veamos abocados a vivir en la calle, junto a cientos o miles de personas más, o cuando las bombas caigan sobre nuestras cabezas?
No lo sé, la verdad. O no lo sé o tengo miedo, como tú. Me da miedo hacer la guerrilla. Pero lo que sí sé es que la lucha no puede seguir siendo pacifista. De ningún modo. Porque nos mean en la cara. Sánchez se mea en nuestra cara, al igual que Europa, Netanyahu y Trump. Hacen lo que quieren con nosotros, y nos indignamos más y más, y aquí no pasa nada. Por eso, con indignación no basta. Hay que atacar. Hay que unirse, organizarse, luchar y revolucionar.
Esa lucha y esa revolución han de ser inteligentes, han de ser estratégicas, y han de ir orientadas a hacer daño. Ojalá contar con gente que sepa crear artefactos explosivos o de gas venenoso para colocarlos en administraciones o agencias inmobiliarias y de alquiler, o en las sedes de los rentistas. Ojalá contar con expertos informáticos que puedan hackear espacios en internet de los Gobiernos y grandes corporaciones, sobre todo las sionitas y las yanquis, provocándoles un perjuicio mayor. Ojalá, como mínimo, unirnos para hacer boicot a organizaciones que son sionistas o que apoyan el sionismo o que se dedican al mal llamado negocio inmobiliario (que nunca debió ser un negocio) y a la especulación, y movilizarnos no solo para parar desahucios, sino para amenazar y atacar directamente a los banqueros y propietarios que tratan de expulsar a familias de sus casas, o a aquellos que suban abusivamente el alquiler a sus inquilinos, y obligarles, por medio de la fuerza, a dar marcha atrás, a actuar con la decencia de la que carecen, protegiendo así los intereses de la clase trabajadora, ya que los Gobiernos ni lo hacen ni están dispuestos a hacerlo.
Ojalá. No basta con indignarse y molestar cortando calles. Hay que poner la paz social en juego. Hay que escalar el conflicto. Hay que hacer daño. Tenemos que convertirnos en una amenaza para los poderosos. Pero, estos tienen a policía y ejército. Así que no es fácil. Y da miedo.
Y más miedo me da el mundo de monstruos en el que vivimos.
Y más miedo me da que no hagamos nada que sirva de algo.
Un abrazo, compañeros, compañeras, ¡y viva la revolución!
*Las guerrillas son grupos armados que combaten mediante tácticas de ataque sorpresa y sabotaje contra un ejército regular o el poder establecido, a menudo utilizando estrategias asimétricas al no tener una estructura militar jerárquica. Se componen por combatientes, que suelen ser civiles, y buscan debilitar al enemigo hasta poder derrotarlo o forzar su retirada. La táctica es una forma de guerra de desgaste y puede involucrar tanto conflictos en zonas rurales como urbanas.
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