El caso Errejón es un caso más de una persona a la que la opinión pública ha juzgado, condenado y apaleado sin darle la más mínima posibilidad de defenderse.
¿Significa eso que Errejón es inocente? No. Significa que no lo sabemos. Significa que si es inocente o es culpable lo tienen que dilucidar los investigadores. Pero ya da igual. Sea inocente o sea culpable, ya se le ha castigado, el daño ya está hecho. Tanto a él como a su familia.
¡Pero si él mismo ha confesado! No. Él, tras conocerse las denuncias que estaban difundiéndose en X a través del hashtag #Errejón por la periodista Cristina Fallarás, y después de haber hablado con Yolanda Díaz, escribió una carta en la que se despedía de la política (obligado por sus compañeros de partido, claro, unos "compañeros" que también lo han condenado desde el primer momento y nunca han creído en su inocencia), y en la que explicaba someramente haber caído en actitudes machistas y de masculinidad tóxica. Nunca de agresión sexual. Luego, la presentadora Elisa Mouliaá, al ver en su casa la noticia de la carta de Errejón, le dijo a una amiga "¡Si eso me lo ha hecho a mí!", y decidió sumarse a los tweets y hacer una denuncia. Incluso Aída Nízar se subió al carro.
Y acaso, si hay tantas mujeres denunciando lo mismo, ¿¿¿debemos pensar que todas mienten y Errejón es inocente??? Si mienten o no mienten no lo sé, pero por muchas denuncias que haya sobre un mismo caso y acusando a la misma persona, eso no quita que se deba esclarecer la verdad. A mí me parece sospechoso que Mouilaá, años después de la supuesta agresión, se decidiera a denunciar justo ahora. Me parece sospechoso que varias de las mujeres que denuncian mantuvieran relaciones sexuales con Errejón ¡varias veces! Y sé que pierdo neutralidad al decir "me parece sospechoso", pero le han salido tantos linchadores a Errejón que por un aliado que tenga el pobre, tampoco pasa nada.
Sin embargo, no es este un post que escribo para defender a Errejón, pues poco se puede hacer ya en este sentido, ya os lo habéis cargado, al político y a la persona, y sobre vuestras conciencias caerá si al final se esclarecen hechos diferentes a los que habéis asumido sin ninguna oportunidad para la duda. Lo escribo para hacer pedagogía. Ya que a mí, y os aseguro que no soy el único, y aunque no me quite el sueño, sí que me da miedo que un día puedan destrozarme la vida por algo que no he hecho, que se me castigue injusta y desproporcionadamente siendo inocente.
En primer lugar, creo que se confunde muchísimo la expresión "creer a las víctimas". Si creemos a las víctimas dando por hecho que la que dice ser víctima es víctima y, por tanto, el agresor es agresor, nos cargamos la presunción de inocencia. Lo de creer a las víctimas surge porque antes, desgraciadamente, si una mujer, por poner un ejemplo, iba a comisaría a ponerle una denuncia a su marido por maltrato o agresión sexual, le decían "Anda, señora, váyase usted a su casa y arregle las cosas con su marido, que nosotros no nos metemos en los asuntos del matrimonio". Era vergonzoso, era injusto, era asqueroso. Producto de un patriarcado que existió y del que todavía quedan demasiados residuos. Por ello, siempre, ¡siempre!, hay que atender cualquier denuncia, darle las diligencias necesarias, proteger a la posible víctima sobre todo, ¡pero sin cargarnos la presunción de inocencia, por favor!
En segundo lugar, el sexo no es malo. El sexo duro, si ambas personas quieren hacerlo, no es malo. Reproducir escenas pornográficas, si ambas personas quieren hacerlo, no es malo. Esto tiene que quedar meridianamente claro. Porque si no, va a llegar un momento en que se equipare sexo a violación y deseo sexual a acoso sexual, ¡por dios! Cierto es que la comunicación es súper importante. Pero, en el caso de Errejón, hay ciertas actitudes que se están condenando (de manera un tanto inverosímil para mí) como violencia sexual, del tipo "Nos conocíamos de hace una hora y me encerró en una habitación y me metió la lengua y me sobó las tetas" (bueno, pues eso yo lo he visto después de una hora no, tras cinco minutos, y oye, años más tarde felizmente casados y no pasa nada), "puso condiciones a la relación" (¿no lo hacemos todos? ¿Por qué no le dijiste que no?), "no hubo ningún "¿qué tal?" ni miradas para testear que yo estaba bien" (¿hubo algún "esto no me gusta" por tu parte?). Más que agresiones sexuales me parecen situaciones desagradables (yo también he tenido experiencias sexuales desagradables y no por ello he culpado a la otra persona) y de malentendido que se podrían haber evitado o cortado con una simple palabra, "NO". ¿O están diciendo estas mujeres que Errejón las forzó? Yo no he escuchado o leído todavía esa palabra en ninguna de las denuncias.
En tercer lugar, somos humanos y nos equivocamos. Imaginemos por un momento que Errejón mantiene sexo del duro durísimo con una mujer, pensando que es totalmente consentido, ya que no ve en ella ninguna señal de oposición ni de estar pasándolo mal, pero que esta mujer, quizá por miedo, quizá por vergüenza, quizá por la losa del qué pensará y qué dirá, o por lo que sea, sí que lo está pasando mal, a pesar de no manifestarlo y de continuar de manera activa el encuentro sexual. Y después, más consciente de lo ocurrido, se siente mal consigo misma, culpable, y para poder cargar con esa culpa la comparte, o para purgarla en su totalidad decide culpar a su compañero sexual en esa escena, a pesar de que él solo estaba haciendo algo que le gustaba y que creía que también le gustaba a ella. Esta mujer, a partir de ese momento tiene dos opciones: una es hablar con el hombre y decirle cómo se ha sentido para que él sea consciente de sus errores, si los hubo, y del daño causado, y reprocharle no haber sabido leer la situación, no haber sido más empático y amable con ella, haciéndole responsable así del daño, pero también dándole una oportunidad para la explicación, para pedir perdón, dándose a sí misma también una oportunidad para el entendimiento, para perdonar, e incluso para la reconciliación, y lo más importante, facilitándose así, esta mujer, su propia paz mental y emocional, al haber sido capaz de defenderse y de reparar por sí misma su dolor. Al fin y al cabo, las relaciones humanas, y las relaciones sexuales dentro de ellas, implican que a veces nos vamos a hacer daño, aunque no queramos hacerlo. Así pues, como digo, esta mujer tiene esa opción, o bien...
... o bien tiene la opción, tres años después, aprovechándose de una serie de circunstancias, de publicar un tweet y formalizar una denuncia para hacer todo el daño posible a una persona que, quizá de manera involuntaria, la hizo daño en el pasado.
Cuánto rencor tiene el feminismo moderno.
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